Habitualmente, cuando hablamos de un publisher de videojuegos, imaginamos directamente un ente encargado, desde la concepción del título hasta su lanzamiento al público, sin embargo dicha figura es mucho más concreta y se aleja ligeramente de esta idea.
En los próximos párrafos desgranamos las funciones, roles y en definitiva, el papel que juegan estas empresas en la industria de los videojuegos.
El papel fundamental de un publisher de videojuegos es el de recoger una idea elaborada por un estudio de desarrollo y darle forma hasta convertirlo en un producto que lanzar al mercado.
Por norma general, dentro de esta estrecha colaboración también aparece la figura del inversor, que es el encargado de darle soporte económico a todo el proceso de desarrollo del videojuego.
Además de aportar un equipo de pruebas, entre otras cosas, una labor fundamental es la de elaborar la estrategia de marketing.
Desde el diseño de la marca relacionada con el título, hasta la promoción posterior corren por cuenta de esta empresa
Son estos departamentos los que lidian en mayor medida con superar dificultades como la forma de llegar a ciertos países, qué visión y mensaje emite el videojuego o asegurarse de que se llega al público deseado.
Al contar un una mayor experiencia en los distintos roles que conforman una empresa de videojuegos, pueden guiar al estudio de desarrollo en la forma de organizar el trabajo, qué lenguaje utilizar, consejos para obtener un mayor engagement con el usuario final y lo que a la hora de la verdad es más importante, la gestión del presupuesto y los plazos.
Aunque ya los hemos mencionado superficialmente con anterioridad, es momento de elaborar una lista con las figuras más representativas en una empresa de videojuegos.
Es el departamento encargado de elaborar el presupuesto que requerirá el desarrollo del producto, obtener la financiación necesaria para soportarlo y controlar todos los costes que conlleve el proceso.
Con prácticamente la misma importancia que la financiación aparece el marketing, ya que será la segregación de la compañía que elaborará el plan de ventas, de comunicación y de publicidad del videojuego y que a la postre, será uno de los máximos responsables en sus cifras de ventas.
Un congregado de conocedores de la industria de los videojuegos que tendrán como labor principal asesorar, en todas las fases del desarrollo sobre la forma de actuar, basándose en su experiencia:
Aunque en gran medida, el estudio de desarrollo es el que aporta sus programadores y diseñadores al proceso, desde los publishers de videojuegos también se ofrece la oportunidad de reforzar estos departamentos en pos de agilizar ciertas fases y liberar de carga rutinaria a los líderes del proyecto.
Con el desarrollo y lanzamiento del juego no acaba todo en este largo proceso.
Parches de actualización, corrección de fallos detectados por los usuarios o ampliación de contenidos son también labores a plantear para ampliar la vida del título y donde un publisher de videojuegos puede ayudar.
De acuerdo a los ingresos obtenidos en cursos fiscales anteriores, no sorprende destacar a nombres como Sony Interactive Entertainment, Tencent Games o Nintendo como las mayores empresas de videojuegos del mundo.
Las tres asiáticas y las tres superando los 10.000 billones de dólares en ingresos netos durante los años 2019 y 2020. Franquicias de la talla de Super Mario, League of Legends, The Last of Us son fruto de estudios de desarrollo adheridos a dichas compañías y que les convierten en símbolos de la industria.
Si quieres ahondar más en cuáles son las empresas de videojuegos más prominentes del panorama, echa un vistazo a este otro artículo en el blog de Encom.
Originalmente, los publishers tenían un papel residual en las competiciones de deportes electrónicos. Un fenómeno impulsado por la masa de usuarios que empresas externas se encargaron de explotar económicamente.
Los primeros eventos simplemente aprovechaban el modo multijugador de los títulos y realizaban torneos en torno a ellos, sin más alardes.
Sin embargo, con el paso de los años, algunos publishers de videojuegos vieron la oportunidad de adentrarse en un nuevo mercado y comenzaron a involucrarse más.
El ejemplo más clarificador de esta nueva tendencia lo marca Riot Games, cuyos juegos más prominentes, League of Legends y VALORANT fueron lanzados con una clara prioridad competitiva.
Las competiciones más prestigiosas las organiza el propio publisher, como puede ser el Campeonato Mundial con sus respectivas ligas regionales (LEC, LCS, LCK, LPL, etc) en el caso del MOBA y el circuito VCT para el shooter.
Al ser el encargado de explotar las competiciones, están más cerca de las comunidades de usuarios, conocen rápidamente las demandas de los jugadores profesionales y pueden aplicarlas en el desarrollo del juego con mucha mayor premura que si se tratara de un agente externo.
Este modo de operar también lo aplica Activision Blizzard, con su competición regular de Call of Duty o la Overwatch League y en el mercado móvil, Supercell también muestra una gran implicación con la faceta de los esports en sus aclamados Clash Royale o Brawl Stars.
La otra cara de la moneda la aporta VALVe. Con dos grandes éxitos en su cartera: Counter-Strike y Dota 2, el impacto del publisher en el entorno competitivo se reduce a organizar una o dos competiciones anuales (los Majors en el caso de CSGO y The International en el MOBA), para limitarse durante el resto del curso a sacar parches periódicos y hacer cambios en la jugabilidad a su antojo, haciendo en muchas ocasiones, caso omiso a las peticiones de los principales agentes del sector.
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